miércoles, 27 de julio de 2011

Ni p’atrás







Lunes, 25 julio 2011

por, Miguel Angel Gómez Naharro


De esta crisis no salimos ni p’atrás. Que si los rescates a Irlanda, Grecia y Portugal (con Grecia ya van dos). Que si los intereses de la deuda o la prima de riesgo. Que si el peligro de rescate para Italia y España. Que si Alemania está cansada de ser solidaria. Que si Estados Unidos no repunta.

Pero ¿cuándo hemos elegido a esos señores que nos dicen estas cosas?

¿Pero esto qué es?

¡Estamos como en la más Alta Edad Media!

¡De ciudadanos, hemos pasado a ser de nuevo, siervos de la gleba, esclavos del señor feudal!

¿Y cómo se llama nuestro señor al que no conocemos?

El voto no nos sirve para casi nada. Sólo para mandar a la oposición a un gobierno, que no controla la vida económica por estar dominado por un grupúsculo de elementos financieramente poderosos. Mientras, pasa de la oposición al gobierno, otro grupo que está más a favor de esos mismos poderosos. Que los admira y envidia. Y que desea alcanzar sus mismas cotas de poder y parecidas cuentas corrientes. Ese minúsculo club de individuos extranjeros con algún autóctono escogido, debe estar integrado por personas, pero parece mala gente, pues su finalidad es tener cada día más, cueste lo que cueste. Estamos recorriendo el camino del cangrejo.

Si no supiéramos lo que pasó con la especulación urbanística en los gobiernos de 1996 a 2004, (sin olvidar que nos pusieron en primera línea de fuego con Bush en Iraq). Si no recordáramos a aquel presidente que supo imponerse a la agónica situación del PSOE (¿recuerdan, el gobierno de las 3 palabras según el PP: despilfarro, paro y corrupción? podríamos desear volver a 1996, cuando seguían llegando dineros de Europa. Pero qué va. ¿Para qué? Entonces creíamos –ingenuos de nosotros- que éramos libres y podíamos decidir quién nos gobernaba. Ahora esté quien esté, los ciudadanos no somos más que esclavos. Hombres y mujeres subyugados a los deseos de la cada día más poderosa y restringida cúpula del sistema capitalista global.

No obstante veo algún que otro parche poroso y casero que podría mitigar alguna necesidad. Verbigracia: recordemos que en la época de la que hablamos (1995), se aprobó la LOPEGCE, una ley educativa que consolidaba un porcentaje del complemento económico de los directores de centros educativos, y que imitaba la estela de la consolidación del nivel 30 para todos los cargos públicos que con anterioridad habían ejercido responsabilidades políticas. Es decir, que toda una multitud de personas que hemos tenido en algún órgano de gobierno durante algún periodo de su vida laboral, están cobrando porque con anterioridad han trabajado ocupando un cargo que ya no ocupan. Parte de su sueldo actual lo cobran porque han estado trabajando en otro sitio, pero no por lo que trabajan ahora. ¿Creen que esto debe mantenerse con los tiempos que corren?

¡Con los millones de personas que tenemos con ganas de trabajar y no cobran!

Ahora que los partidos políticos se afanan en trazar las líneas maestras de sus programas para las próximas elecciones generales, les propongo un pacto.

¡PSOE, PP, IU, PNV, CIU, UPyD, BNG, UPN y demás grupos de ámbito autonómico!: destierren la injusticia citada y firmen pacíficamente, sin sangre ni fuego, un pacto por el pueblo español. Un pacto para aprobar en el primer pleno del Congreso -si hace falta- una Ley Orgánica, que desactive todo atisbo de privilegios económicos. De igual forma que los funcionarios hemos aceptado la rebaja del sueldo, los ex mandatarios entenderán que la situación lo demanda y son tiempos de ajuste.

Con perseguir la corrupción tipo ‘Gürtel’, ‘Fabra’, ‘Brugal’, ‘Pinedo’ o ‘eres’ andaluces, no debemos conformarnos. En las circunstancias presentes no podemos taparnos la nariz y mirar a otro sitio ante una práctica injusta, que aunque sea legal y se tomara con –vamos a decir- buenas intenciones, no deja de ser intolerable e infecta.

En la medida de nuestras posibilidades, hay que buscar la forma de salir sin que sea p’atrás.

Nota para avanzar:

Del Festival de teatro de Mérida, propongo la obra “Antígona del siglo XXI” de Isidro Timón y Emilio del Valle. Fueron capaces de tener al público en un puño durante 90 minutos. Introdujeron elementos históricos contemporáneos que la hacen más cercana y creíble. La metáfora de Tiresias con la cámara, la puesta en escena con los aportes de imagen y sonido y la frescura de los actores completan una emocionante velada teatral.